Amor y chocolate... la vie en rose

Se ha hablado tanto del efecto excitante del chocolate, de la sensación placentera que despierta y, por ende, de la adicción... Hoy anduve de ronda por los blogs, y la lectura de un post me trajo a la memoria un poema que escribí hace unos cuantos años (más de diez), a raíz de la lectura de un artículo. Allí se decía que el chocolate produce en el cerebro la misma sustancia causante del efecto de enamoramiento. Aquí va el poema.
Fenilatenamina (FEA)
Sustancia que segrega
rara vez el cerebro,
responsable del síndrome
del enamoramiento. Trátase de una suerte
(o desgracia) de neblina
que según las teorías
de último momento
provocaría el reblandecimiento
de la materia gris.
Lo que pueda sentir el infeliz
varía, de acuerdo al propio cuerpo,
yendo desde el aumento
de la presión sanguínea,
sudor de manos, espasmos, lipotimias,
hasta palpitaciones del miocardio
y otras alteraciones.
En cuanto a profilaxis y recomendaciones,
consideramos que ni valen la pena:
el horrendo gusano se apodera
del infeliz y todas sus reacciones.
Pero calma: que arriba finalmente
al natural estado de las cosas...
Donde no existen horas diferentes,
donde lo mismo da cuernos que rosas,
donde impera la paz y reina la armonía
(mientras los infelices en crisis todavía
lloran, claman, suspiran y no hacen otra cosa).
NOTA DE REDACCIÓN
Nuestra tarea damos por concluida
y quedamos en paz con la conciencia
(sabrán que es menester la valentía
para ejercer la libertad de prensa).
Os dejamos, y a modo de despedida
os reiteramos nuestra opinión sincera:
“¡Ojo con la Feniletilamina
por más dulce y tentadora que sea).

1. Ahora bien, a juzgar por lo que se ve, la gran mayoría de los mortales en uso de razón estaría proclive a aceptar sin mucho aspaviento eso de que el "enamoramiento" no es más que el bendito efecto de la vulgar feniletilamina. A excepción de esos pocos ilusos desprevenidos caídos de la cuna o arrancados verdes, que seguimos creyendo cada vez que nos hemos sacado "la lotería", y que tenemos frente a nuestras narices, ahora sí y definitivamente, al hombre -o tal vez la mujer- de nuestras vidas...

2. Ahora bien, ¿alguien tiene el dato de cuántas barras de chocolate se necesitan para llegar a ver la vie en rose?